Las escenas post créditos puede leerse como una autobiografía romántica, un canto de amor prohibido al videoclub, una declaración de principios cinéfilos o un manifiesto artístico queer. Es todas esas cosas al mismo tiempo. Y de todas las hazañas el autor sale airoso gracias a sus textos sinceros y apasionados, conectados con la emoción franca y sin impostación, basados siempre en la memoria, el sentimiento y la revelación de los misterios del sexo, la madurez y la cinefilia. Entre la devoción por el terror y el ansia creciente de ver películas imposibles en una provincia latinoamericana, en el Chile de Frei, Fernando Delgado hace interesantes análisis sobre películas gloriosas para toda una generación, como la visión feminista de Catherine Tramell en Bajos instintos; juega con la poesía y el relato breve recordando Tiburón y Cumpleaños sangriento; y ofrece un guión posible y una suerte de escaleta de desarrollo. Como si eso fuera poco, logra una misión insólita: que al lector desprevenido le den unas ganas inexplicables de ver Rapsodia en Miami, quizás la película más justamente ignorada en la historia del cine.