Caminar y caminar sin rumbo para alejarse del dolor. Es lo que hace Will desde los trece años. Ahora tiene dieciséis, y pareciera que nada en su vida deja huellas profundas en él. Pero no es así. Con cada pensamiento, cada caminata de madrugada, cada pequeño regalo con que desea aliviar la tristeza a su alrededor, y cada intento por recrear una receta que nunca aprendió, Will nos recuerda la trascendencia de lo aparentemente irrelevante, y el sitio que en verdad ocupa lo que va quedando atrás.

Detalles