Este es un libro escrito para la cabeza, pero sobre todo para el corazón. Vivir como aprendices requiere la humildad y la confianza de admitir nuestras torpezas como único camino para poder hacer nos cargo de ellas y poder resolverlas. Requiere hacerse cargo de la responsabilidad sobre nuestra propia vida y dirigirla hacia el bien. Dejar de ser la pelota en el partido... En efecto, cometemos torpezas de muchos tipos que afectan a todo os ámbitos relacionales de nuestra vida, y están en la génesis de nuestro sufrimiento, ya que perviven y se perpetúan a partir de nuestro orgullo de pretender ser "expertos" de vida: -Mal uso del lenguaje -Mala gestión emocional -Pérdida de la alegría y el humor -Mal trato de los vínculos y las relaciones Sin embargo, si aprendemos a caminar como aprendices permanentes, sin pretender ser percibidos o considerados maestros por los demás, llegaremos a un estadio muy superior a la maestría, que es la Sabiduría. La sabiduría remite al bienvivir. Ser sabios significa ser exquisitos en el manejo de lo realmente importante por sobre lo superfluo; el cuidado con amor de nosotros mismos y de nuestros vínculos y relaciones. El bienvivir requiere estar en Paz con el pasado, vivir livianos en presente y sentirnos poderosos creadores de futuro. El autor declara ser un aprendiz permanente de su propio texto.