La investigación le dará ocasión de trabajar con el magistrado Manlio Fausto, a quien conoce bien. Sin embargo, él tiene otras preocupaciones aparte de ese cadáver anónimo. Las calles de Roma se encuentran en plena ebullición y la tensión es máxima: es época de elecciones para elegir al próximo gobernador de la ciudad y la democracia no está en plena forma en la corte imperial de Domiciano. Fausto es responsable de la campaña de un hombre aparentemente honorable, cuyos tradicionales valores familiares van a verse cuestionados. Peor fama aún tienen sus adversarios, a los que Albia intenta desacreditar a petición de Fausto.

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