En la vieja Rusia, un fabricante de muñecas construyó una realmente hermosa. Tan hermosa que decidió no venderla y la llamó Matrioska. Todas las mañanas hablaba con ella, hasta que un día la muñeca le contestó, anunciándole que quería tener una hija. El hombre construyó otra nuñeca, Trioska, igual a su madre. Matrioska insistió en tenerla en su barriga, así que la cortó por la mitad, la vació y metió en su interior a la pequeña. La muñeca madre se sintió feliz, pero no así la hija, que también quería tener un bebé en su interior. El hombre talló otra muñeca más pequeña, Oska, e hizo con Trioska lo mismo que con Matrioska: partirla, vaciarla e introducirle a su hija. Pero Olka también quería un bebé. El fabricante decidió entonces construir un muñeco, Ka. Así éste no podría decir que deseaba un hijo en su barriga. Con esta solución, toda la familia de muñecos estuvo contenta para siempre.

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