En 1945, las tropas aliadas redujeron a cenizas el sueño del Tercer Reich. Ingleses y estadounidenses, sobre todo, avanzaron desde el occidente europeo; los soviéticos lo hicieron desde el oriente, y en ambos frentes, en cada tramo de tierra liberada se iban encontrando con el horror. Los campos de concentración de la Alemania nazi rezumaban cadáveres, seres al borde de la muerte o sometidos a condiciones de vida infrahumana. En poco tiempo, el mundo tomó conciencia no sólo de las masivas matanzas, torturas y reducciones a la esclavitud. También supo de las aberraciones que cometieron incontables médicos que, en aras de una supuesta ciencia, tomaron como animales de laboratorio a miles de personas. La autora pasa aquí revista a hechos y protagonistas de esa traición a una de las más nobles profesiones, expone sus causas y desnuda las necesarias complicidades.