El mero hecho de contar un cuento o un relato corto, o una simple historia, sin más, por el puro placer y la satisfacción de narrar, es una de las pasiones más antiguas y extendidas del hombre a lo largo de toda su existencia, tanto como el mismo goce de poder escucharlas con atención, al amor de la lumbre, disfrutando de la sucesión de palabras encadenadas que magistralmente nos brindan los hacedores de historias.

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