Desde, los inicios del siglo XX y hasta nuestros días, el petróleo es el núcleo cardinal del imaginario nacional mexicano. Su nacionalización en 1938 y las acciones emprendidas desde entonces por Petróleos Mexicanos lo convirtieron en una variable estratégica encaminada a sostener el desarrollo nacional con dinamismo y equidad. Ese rumbo se desenvolvió sin sustantivos virajes hasta la irrupción de los tsunamis petroleros -en 1973 y en 1979- que trastornaron esencialmente los escenarios nacional e internacional. En estas circunstancias se configuró en México la perspectiva de una veloz -incluso instantánea- industrialización que se sustentaría en los amplios recursos derivados de las crecientes exportaciones de energéticos. En esta singular coyuntura y anticipando los efectos contradictorios inherentes a la producción y a las exportaciones petroleras, El Colegio de México, por puntual iniciativa.de su entonces presidente, Víctor L. Urquidi, propició un programa de investigaciones animado por tres propósitos: describir la política mexicana respecto a los energéticos desde el umbral del siglo XX; atender la evolución internacional de los mercados petroleros y sus repercusiones en la economía nacional; finalmente, sugerir y evaluar las alternativas que México debe considerar en este tema y tramo. Por su celebrado relieve como investigador, se le encargó esta difícil tarea a Miguel S. Wionczek. Despuntó así el Programa internacional en relación con la política mexicana de energéticos (Prointergemex) que, en el curso de la década de los arios ochenta y a través de más de cien cuadernos y diez volúmenes, puso a discusión pública la evolución, los efectos y las perspectivas de los recursos energéticos nacionales. Evaluar el contenido y la trascendencia de esta labor con el auxilio de fuentes académicas nacionales y extranjeras es la principal tarea que Joseph Hodara se propone en estas páginas.