Es cierto que somos seres de carne y hueso, qué duda cabe, ninguna, como tampoco la hay en aceptar que somos mujeres y hombres de sentimientos. Visto así ningún personaje del escritor, queda confinado a la ribera de la vida. Quien lea Cuaderno de espiral azul, entenderá lo que digo. Personajes tan entrañables como Absalón, Sofía o Andrea nos recordarán que la amistad y la traición se guardan en el mismo saco, que la mediocridad no es más que una venda que nos cubre los ojos, y que el sacrifico por más sacrificado que sea, poco o nada vale la pena, como sugiere Sofía. Pero no todo es amasijo de malos presagios, si uno guarda esperanza como la tienen Malena, Figlio o R, se puede encontrar en la voluntad -incluso siendo de apariencia frágil-, la ayuda necesaria para acercarse a lo posible. Bajo esta óptica la historia es un encuentro de posibilidades donde lo humano está siempre de por medio.