El naturalismo fue una corriente artística en general, pero particularmente aplicada a la literatura, y más en especial a la narrativa. La idea predominante en esta propuesta literaria es la reproducción fiel y objetiva de la realidad, lo que se relaciona estrechamente con la visión positivista de la época, aplicable principalmente a las ciencias naturales, pero extensible a la realidad humana, asumiendo que la conducta, el pensamiento y la convivencia pueden ser también interpretados como fenómenos. Con este paradigma, Émile Zola construye sus historias y tipifica sus personajes; siendo una ficción literaria, y particularmente esteticista y sensible, el cientificismo y la objetividad no son más que un telón de fondo que permite destacar algunos rasgos de los personajes y las situaciones. Naná es una novela de corte más sociológico que psicológico, que penetra en el ambiente del París de la segunda mitad del siglo XIX marcado por los resabios de una Revolución ya obsoleta y las tensiones de la guerra franco-prusiana. En medio de la descomposición social el cinismo y la falta de valores, los personajes parecen haber cortado sus vínculos tanto con el pasado como el futuro, viviendo una cotidianidad impregnada por la avaricia y el hedonismo, corno huyendo tanto del hastío vital como del compromiso social.

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