El bajo rendimiento y la alta rotación de personal en un negocio, no son el resultado de la pereza o apatía de empleados y equipos de trabajo. Tampoco se deben a la planeación de presupuestos insostenibles ni al mal estado de la economía empresarial, sino que están directamente relacionados con el ejercicio de un liderazgo que no compromete a sus empleados. El autor afirma que el compromiso de los empleados se reduce a un aspecto crucial: la dedicación constante del líder para comprender y cubrir las necesidades universales que motivan al ser humano a rendir con excelencia. En el entorno caótico del mundo de hoy, en el que la gran mayoría de negocios es de alto riesgo, es fácil desenfocarse de las responsabilidades del liderazgo, por concentrarse en las tareas inmediatas, y no en las estrategias para lograr las metas a largo plazo.

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