Aleksis Ivanovich regresa con nostalgia a Moscú, para visitar la estancia canina donde participó en el entrenamiento de perros que contribuirían al mayor proyecto de exploración espacial del siglo XX. Las grandes potencias experimentaban con simios y perros, para después liderar la conquista espacial con seres humanos. En un momento, Alexis se enfrentó al dilema ético que implicaba el uso de animales en aras del progreso científico, y jamás pudo olvidar a aquellos héroes caninos que nunca regresaron de su viaje al espacio.

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