John Harvard es conocido, no por su éxito como empresario, Sino porque creyó que tenía que dejar algo grande para la educación de los jóvenes en su país. Leland Stanford no es conocido por sus negocios en la industria de transportes de California, sino porque dejó en honor de su hijo una institución que perdurará a lo largo de los siglos. Los grandes empresarios saben que en pocas generaciones ellos serán olvidados si no es por los valores que han creado sus empresas, y si no dan estabilidad y sentido al futuro de las instituciones que dirigen. Al final, a pesar de todo, sabemos que no hay nada más apasionante que ser empresario. Cristian Mendoza, profesor de la Pontificia Universidad de la Santa Cruz (Roma) y Fellow de Harvard Divinity School nos recuerda en estos ensayos de pensamiento social que es necesario creer en algo que vaya más allá de nuestra vida para ser mejores empresarios. Creer en la persona, en la empresa y en la sociedad va de la mano con creer en Dios; ayudar a quienes sufren y a los más desfavorecidos, porque como ya observaba Aristóteles, el ser humano nace para vivir una vida buena, en comunión con el Creador y con los demás. Estos ensayos de pensamiento social no nos dicen qué hacer como empresarios, pero nos recuerdan que cada uno tiene una misión única que vale la pena vivir plenamente.

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