“Carlos Monsiváis nos es indispensable y hasta ahora nadie lo ha sustituido. Su sitio como cronista y como fuente inagotable e inapelable de juicios morales contundentes y envueltos en una elegante ironía, en un medio donde la hipocresía, la corrupción y la brutalidad los demanda para mantener la salud mental de la sociedad, sigue vacante”.

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