Esta primera parte de la vida política interna del Porfiriato cubre únicamente el período de ocho años de 1877 a 1884, es decir, la primera administración de Porfirio Díaz seguida por la de Manuel González. En cierto sentido, este volumen es simplemente una introducción al régimen de Díaz que la mayoría de la gente tiene en mente cuando piensa en el presidente mexicano con poder absoluto, aunque Cosío preferiría el término "insuperable" en lugar de absoluto. Sin embargo, en los años cubiertos en este volumen, Díaz no había alcanzado ese poder; había logrado la presidencia solo en circunstancias cuestionables y no tenía ninguna seguridad real de que pudiera volver a asumirla después de un intervalo de cuatro años. El volumen se divide en dos partes: "Los que se fueron"-José María Iglesias y Sebastián Lerdo de Tejada-y "Los que se quedaron"-Porfirio Díaz y Manuel González. El espacio dedicado a los que se fueron se reduce como debe ser, pues en él Cosío analiza hábilmente por qué primero Iglesias y segundo Lerdo fracasaron en su lucha con Díaz y entre ellos, y luego por qué intentaron mantener su posición tras su marcha, y en el caso de Iglesias volver a recuperarlo en última instancia, también fracasó. Se rastrea aquí la acción de cada uno desde 1876 hasta la muerte y se concluye con una evaluación del papel de cada uno a los ojos de sus contemporáneos y del autor. La segunda parte sobre los que se quedaron se divide significativamente en dos partes, "La era de Tuxtepec" y "La era de González", ya que, como demuestra claramente Cosío, ninguno de estos períodos fue una época en la que Díaz tuvo el poder que generalmente se supone que tenía. Durante el período Tuxtepec (1877-1880) aparecieron muchos rostros nuevos, desconocidos, algunos no tan conocidos adquirieron un nuevo cariz; y otros más se bajaron del escenario. Este cambio de actores se dio no sólo en el escenario nacional sino también en el estatal y local, y la competencia por el papel estelar fue ferozmente