Dice Margaret Atwood que escribir significa negociar con los muertos. Negociamos los recuerdos de ellos, sin su permiso, y a cambio ellos realizan el papel de recordatorios permanentes de nuestra propia mortalidad. Recordarlos a voluntad es un acto de amor y sin embargo tenerlos de visita cuando ellos gustan, resulta una pesadilla constante, aún para un joven escritor porque él vive en una lucha por olvidar el pasado y gozar lo poco que tiene para disfrutar en su presente: los libros que atesora, las novedades literarias y el aroma de una sola mujer. María Trinidad Ramírez recrea un universo no disímil a la cotidianidad de un escritor que vive adentro de su cabeza y lucha con el mundo tangible, con lo que le parece poco poético. En su casa solo sobrevive el eco de las palabras y los cactus. En Recuerda que has de morir, ella crea un Ars Poética singular, una actividad literaria, donde resulta a veces más fácil dialogar con los muertos muy muertos que con los vivos y los que están en tránsito. Los espectros toman muchas formas y se van apoderando poco a poco de sus días, los olores y colores de la vida lo sorprenden más que la llegada de su pasado, a exigir respuestas a sus múltiples preguntas. El escritor es un médium involuntario y se encuentra renuente a hablar pero no a escribir en su cuaderno, el diario donde nos narra sus conversaciones con ambos mundos. Él nos resulta una suerte de Virgilio, un guía por los círculos íntimos del submundo contemporáneo y llega al último: el personal. La voz de María Trinidad es distintiva y la atmósfera que crea es convincente e inolvidable. Al cerrar el libro, dejará al lector un gusto especial por sus letras, que negocian con lo que se ha ido y con lo que vendrá para todos. Flor Aguilera.