La capital federal de México ha sufrido un tratamiento negligente por parte de la Constitución PolÃtica de los Estados Unidos Mexicanos. Ha sido siempre relegada y excluida de las grandes reformas nacionales. Tiene por lo tanto, una crónica crisis de identidad polÃtica, que se aúna a un sentimiento generalizado, porque los habitantes del resto del paÃs, consideran que la ciudad capital es la personificación del centralismo de México. Quienes asà piensan no se dan cuenta que la entidad más perjudicada por ese centralismo es precisamente el Distrito Federal. Todos los sistemas federales del mundo tienden a formalizar su unión con Estados que gocen plena libertad polÃtica para organizarse en cuanto a su régimen interior, dentro de un ámbito de igual en las soberanÃas relativas de los Estados miembros con la Federación. En nuestro paÃs, dicho régimen interior de los Estados es un amplio espectro de facultades reservadas, indefinidas y abiertas, que no corresponden a las explÃcitas atribuciones de la Federación, según el artÃculo 124 constitucional. Cuando este artÃculo fue innovado en nuestro texto fundamental, gracias a las ideas de Mariano Otero en el Acta de Reformas de 1847, se pretendió lograr un sistema confederado de competencias donde el gobierno general tuviese pocas, aunque importantes, funciones; mientras que los gobiernos particulares de los Estados fuesen depositarios del mayor cúmulo de facultades, ya que lo explÃcito siempre debe ser limitativo, con respecto a lo reservado que es implÃcito.
Detalles
- Editorial: EDITORIAL PORRUA
- Año de edición: 2000
- Materia Códigos y leyes
- ISBN: 9789700724256
- Páginas: 305
- Encuadernación: RUSTICA