La primera edición de los textos poéticos de Bécquer fue publicada con el título de Rimas en 1871, al ario siguiente de su muerte. Gracias a la capacidad del poeta sevillano de aunar en sus composiciones la tradición culta y la popular, su éxito fue notable y las ediciones se sucedieron desde entonces. Ya en 1879 se leía en la Ilustración Española y Americana: "Bécquer, a quien apenas conocíamos en vida, se halla en la plenitud de su existencia poética". En los años ochenta del siglo XIX su fama llegó a todo el mundo hispánico, así como a Inglaterra, Francia y Alemania. Desde entonces no ha dejado de influir hasta hoy día: Rubén Darío, Antonio Machado, Miguel de Uriamuno, Juan Ramón Jiménez; los poetas del 27, especialmente Salinas y Cernuda; los poetas de postguerra (Celaya, Rosales, etc.) son sólo algunos de los nombres cuya producción no hubiera sido la misma sin el influjo del autor de las Rimas. Y ello no es, desde luego, fruto de la casualidad, sino que, como se ha dicho, "lo que singulariza a Bécquer, lo que lo sitúa por encima de los poetas de su tiempo no es la capacidad para transformar en palabras visiones o sensaciones abstractas, e incluso puras teorías acerca de la belleza poética, sino su maestría al encarnarlas, la naturalidad con que las sitúa en la esfera de un 'yo' personal en el que se reflejan y se amplían. Bécquer nutrió a Unamuno, como a Antonio Machado y a Juan Ramón. De él arranca la poesía contemporánea en español y la reflexión del poeta sobre su propio que hacer Ricardo Senabre.

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