Romeo y Julieta es sin duda la expresión del ímpetu de la verdad pasional, por encima de los planteamientos reflexivos profundos, tan propios del Shakespeare maduro; Romeo y Julieta comporta una visión humanista y pacifista, si se tiene en cuenta el apaciguamiento final de las dos familias enemigas ante el doloroso espectáculo de los amantes sacrificados. Aunque algunos personajes menores (por cierto inolvidables), como la nodriza y fray Lorenzo, hacen causa común con los enamorados, el azar pone su cuota mortífera. A la vez que se trata de una apología del amor juvenil expresada mediante una lírica esplendorosa, el patetismo del desenlace está revestido de un realismo y una naturalidad que hacen de este drama, tan querido por los románticos, una obra superior incluso a las que ellos crearon.

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