Este es un libro para leer en voz alta y memorizar. Algunos de sus poemas mecerán al niño que esperamos que duerma en su cuna o en nuestros brazos. Otros harán girar entre risas a los que juegan tomados de las manos. Los misterios y las alegrías de la niñez cruzan estas páginas ilustradas por Constanza Bravo con gran delicadeza. Un libro para conectarnos directamente con nuestra infancia que nos confirma que nunca la abandonamos del todo.

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