El secreto es un factor fundamental en el comportamiento humano. El secreto, considerado en su aspecto exterior, es tanto la salvaguarda de nuestra intimidad como el elemento que nos permite madurar intelectualmente, dar el paso de niño al hombre. Cuando el hombre deja de ser niño, cuando advierte que entra en el mundo de los adultos, comprende que no puede expresarse todo lo libremente que quisiera, pues presiente que hay una parte de sí mismo que el adulto no entendería, o no toleraría, y, por lo tanto. Debe callar, sonreír y seguir el juego como si creyese en él. Una vez tomada esta decisión se presentan dos opciones naturales: integrarse plenamente en el juego que la sociedad le propone, u organizarse su propio juego. Esta segunda opción, si opta por el secreto, le llevará a organizarse con otros, o a integrarse, por la necesidad de comunicarse con seres afines y participar, con ellos, en la constitución de una sociedad secreta.