Hacia 1665, un esclavo liberto pintó el retrato de doña García de Mendoza, celebre cortesana de la época, y de un niño al que recogió, convertido luego en su amante y finalmente en su esposo, Pablo de la Corredera. El sueño de Venecia un refinado artificio literario, un tapiz cuya trama se va revelando pausadamente en sus cincos episodios, pero conservando un enigma final, o al menos una resonancia enigmática, como aconsejaría Henry James.

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