Después de años de lucha, en 1821 México dejó atrás el dominio colonial independiente. Para los recién entrenados mexicanos parecía que se iniciaba una época venturosa y prometedora, pero la realidad de los años siguientes borró. De 1821 a 1855 el panorama estuvo plagado de conflictos: levantamientos y revueltas, gobernantes que subían y bajaban del poder, estancamiento económico y deudas imposibles de pagar y, finalmente, intervenciones extranjeras y pérdida de territorio. Fueron, sin duda, tiempos difíciles: fueron los tiempos revueltos.

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