Desde el siglo XVIII teóricamente se han defendido los llamados derechos humanos. Han sido un límite al poder arbitrario de la autoridad y han permitido garantizar dignidad humana, aunque todavía falte incorporarlos en la vida cotidiana. En numerosas posturas filosóficas se subrayó el lugar de las personas y se excluyó a los animales y a la Naturaleza dentro de las teorías de la justicia. Este libro, como su título lo indica, pretende dejar el antropocentrismo y adoptar un biocentrismo, donde las emociones ocupen su lugar junto a una inteligencia dinámica, en convivencia con todas las especies y con la Madre Tierra.