El propio título de este libro hace alusión a la idea de evolución de la forma. La llama es una razón de ser de la vela, y el movimiento que la sostiene habita entre dos mundos. Una vela se transforma, su cera cambia, y deja de ser vela: deja de tener cierta forma. Una vela vive acechada por su inminente extinción, es la búsqueda de un equilibrio. Mientras más activo esté el fuego de una vela, más pronto desaparecerá; puede durar una noche o un siglo, es esa condición dramática de la existencia lo que está en estas páginas.

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