Cuando miro mi ventana puedo ver que un mundo nuevo comienza a aparecer. No sé bien cómo ha podido pasar, aunque en mi casa me lo intenten explicar. “Todos dentro”, “No se pueden abrazar”, oigo en todos lados aún sin salir a caminar. Mas las nubes, mis vecinos y un entonado trinar, me recuerdan lo amoroso que a veces resulta cantar. La pandemia, con su huella sin igual, nos da años de difícil transitar, pero pronto todo toma su lugar y en presencia nos podremos saludar. Esta travesía, de ventana a ventana, te acerca algunas formas en las que niñas y niños han sobrellevado el día a día en un mundo en contingencia.

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