En la década de los cincuenta, mientras recorre la Polonia profunda "con más pena que gloria, de aldea en aldea, de villorrio en villorrio, en un carro de adrales o en un autobús desvencijado", un Kapu?ci?ski aprendiz de reportero vive obsesionado con cruzar la frontera. Fracasa en su aspiración de viajar a la vecina Checoslovaquia, pero, a cambio, la redacción del diario en el que trabaja lo envía a la India. El flamante corresponsal parte con un libro, la Historia de Heródoto, que, compañero inseparable desde entonces, resultará decisivo para la formación profesional y personal del futuro autor de El Emperador, El Sha, El Imperio, Ébano o Un día más con vida. Escrito desde la perspectiva del medio siglo, Viajes con Heródoto se revela como un libro de difícil (por no decir imposible) clasificación. ¿Es un reportaje? A ratos. ¿Un estudio etnográfico-antropológico? En parte sí. ¿Un libro de viajes? También lo es. (Viajes en el espacio y en el tiempo: por el mundo de la Antigüedad y por el del siglo XX.) ¿Un homenaje al Heródoto protorreportero y a la calidad de su prosa? Desde luego. Una reivindicación del "primer globalista", descubridor de algo tan fundamental como que los mundos son muchos "y que cada uno es único e importante. Y que hay que conocerlos porque sus respectivas culturas no son sino espejos en los que vemos reflejada la nuestra" Sin duda alguna. Y todo esto, plasmado en magníficas historias no ficticias, trágicas y divertidas, en las que los soldados de Salamina conviven con un niño sin zapatos en la Varsovia de 1942, los defensores de las Termópilas de Leónidas con los pescadores del Bodrum-Halicarnaso del año 2003, Jerjes con Dostoievski, Creso con Louis Armstrong, etcétera. Y, sobre todo, el maestro Heródoto con su discípulo Kapu?ci?ski.

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