Poleke está triste, pues su abuelo murió y lo extraña mucho. Quisiera volver a ser pequeña y pasear con él por el campo. Un día, Consuelo —una chica mexicana— la acompaña al cementerio y comparte con ella la tradición de Día de Muertos, aunque Poleke no comprende por qué su amiga lleva comida a la tumba. Poco después, Poleke descubre que los lazos afectivos se manifiestan de maneras inesperadas y luminosas, incluso tras la muerte. Esta quinta y última entrega de la serie de Poleke nos nuestra el poder de la resiliencia tras una dolorosa pérdida.

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