Crónica FIL. No confunda libro con literatura
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Crónica FIL. No confunda libro con literatura

Eduardo Galeano se refirió a la literatura como aquello que abarca al conjunto de los mensajes escritos que integran una determinada cultura, al margen del juicio de valor que por su calidad merezcan.

Por lo tanto, no necesariamente un escritor es aquel que escribe libros, con esta reflexión da inicio nuestro tercer día de feria. Al entrar a la expo y revisar el programa de eventos estamos convencidos de que la FIL busca alejarse de la pedantería culturosa y poner a la vista la revolución del lenguaje, no solo a través de lo literario sino también de lo científico, lo político o lo social.

El Foro de libreros es un punto de reunión, de intercambio de ideas. Nos sumamos al debate gracias a estas conversaciones sobre nuestro oficio, los libreros; han desempeñado a lo largo de la historia una labor fundamental en la difusión de los libros y en el fomento de la lectura. Pero más allá de cualquier definición y tarea, nos gusta pensar que al menos en Librerías El Sótano es posible establecer una relación con el librero, planear visitas, sentirse escuchado y hasta recordar el estante o la mesa donde estaba un libro que cambió nuestra vida.

Trascender al cliente para convertirlo en un visitante habitual no es sencillo, los libreros de vocación pueden lograrlo, conocen sus títulos, se apasionan por el conocimiento de su catálogo y tienen -buena mano- para extender al más despistado de los lectores, el libro que no buscaba pero que debía encontrar.  En El Sótano creemos que un librero enamorado de su fondo editorial es algo que aún no puede sustituir un algoritmo.

Más allá de la fascinación que causa la prescripción de un libro, es necesario admitir que se viven tiempos complejos, hasta dramáticos podríamos decir; todo a raíz de la sobreproducción de títulos en permanente rotación, que no solo asfixia a muchas de las novedades que no alcanzan a ser leídas, sino que van en contra de algo fundamental: las posibilidades de constituir verdaderas librerías de fondo.

Buscamos ampliar la mirada, la respuesta además de estar en el viento, está en los libros y volvemos a la feria. Hoy venimos cuestionándolo todo, el espíritu crítico no nos abandona. Entramos al salón E del área internacional, estamos a la espera de dos autores rebeldes que conversarán sobre un título sugerente: Contra Amazon. Antonio Ortuño podría considerarse uno de los tesoros literarios mexicanos que prueban que la calidad existe contra todo fenómeno editorial. Ortuño toma la palabra y presenta al escritor Jorge Carrión que también es un riguroso crítico cultural y entretenido maestro universitario; además es un lector agudo, que ha dedicado varias crónicas a librerías con personalidad propia en diversos puntos del planeta. Carrión comienza estableciendo que no se juzga la lectura en todo tipo de plataformas y extensiones, no es su objetivo satanizar, al contrario, nunca en la historia de la humanidad había estado tanta gente alfabetizada. Lo preocupante es la manera en la que se ha transformado el consumo de libros y como ha disminuido y en algunos casos hasta eliminado la experiencia social.

Pensemos que los estímulos tecnológicos nos mantienen alertas y “conectados”, dando y recibiendo información. Por ejemplo, Netflix, al final de cada capítulo, carga automáticamente el siguiente y además te pregunta si sigues ahí para que los datos de interacción sean confiables; lo más seguro es que en tu siguiente sesión tengas ya un menú personalizado con “tus gustos personales”, o Youtube, a veces ni siquiera te pregunta y el bombardeo de contenido es incesante. Después de todo esto, encontramos que, el verdadero gran enemigo del libro nos son los formatos, sino las listas de reproducción. Contra Amazon arroja luz sobre la importancia de la prescripción humana. Defiende el valor de la recomendación vivencial, del valor que tienen frente a un algoritmo de Google.

Ambos autores dejan claro que la experiencia de tocar, leer y usar el objeto no está relacionada con la visión romántica o retro análoga del libro en papel; se busca proteger la visión humana de la cultura contra la visión algorítmica y robótica. Para terminar, Carrión se refiere a la experiencia de lectura en el mundo físico y no en el digital como un derecho y un ejercicio de verdadera libertad y autonomía de elección personal de contenidos, las librerías no son censoras y Amazon sí.

Antonio Ortuño cierra la conversación preguntando cómo deberían ser las librerías en un futuro cercano, a lo que Jorge Carrión responde: “deben ser un espacio que invite a leer, con sillones y café. Deben ser desafiantes, invitarte a descifrarlas a través de su catálogo. Si una librería me descoloca con su fondo, me interesa, me quedo y me llevo un libro.”

Mientras recorremos la expo rumbo al salón 2, seguimos enganchados, nos sentimos en territorio Orwelliano, pensamos en los capítulos de Black Mirror que hemos visto ¿acaso sugeridos por una lista de reproducción? 

Estamos frente al salón que buscábamos casi sin darnos cuenta, el cupo casi está lleno, pues se trata de una de las presentaciones estelares del país invitado. Arun Gandhi, se sienta frente a nosotros y comienza la charla hablando de lo significativo que fue para él, ser educado a través de historias. En El don de la ira el autor reconoce que vivimos una época difícil para ser pacifistas, que matar es más sencillo que dialogar. Las generaciones de los dos últimos siglos elegimos la versión violenta: suprimir en lugar de resolver. Arun Gandhi distingue los dos tipos de violencia física y una violencia pasiva que se manifiesta de muchas maneras: en cómo nos relacionamos con la familia, en los prejuicios, en la ira, en la intolerancia. Se actúa como si el otro no existiera, o no tuviera dignidad…

Salimos con sentimientos encontrados, orgullosos de ser libreros, un poco paranoicos mientras hacíamos la recarga del lector digital; y muy agradecidos por aprender mientras escuchamos un buen relato.

América Gutiérrez

2 de diciembre 2019

FIL Guadalajara

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