Crónica FIL No Ficción
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Crónica FIL No Ficción

La FIL es monumental, lo sentimos cuando después de cuatro días, el teléfono inteligente reporta que el registro mínimo en estos días ha sido de 15, 974 pasos, lo que equivale a unos 13 kilómetros diarios.

Los pasillos de esta feria son amplios y caminables durante las mañanas, sin embargo, se convierten en una carrera de obstáculos cuando cae la tarde y las puertas se abren al público en general.  Las horas no alcanzan, corremos de la zona nacional al área internacional con el tiempo justo para evitar el terrible letrero que anuncia desilusión: cupo lleno.

La mañana fue tranquila pero melancólica, traíamos encima de nosotros “todos los sueños del mundo”. A las 11:30 de la mañana, frente al salón 2, hijas, amigos y compañeros de trabajo del bien amado “editor de los mil libros”, nos reunimos, no en un homenaje póstumo, sino en una tertulia por la bien vivida existencia de Ramón Córdoba. Esa atípica cita entre personajes cuyo único punto común es trabajar con la palabra escrita, nos dio la fuerza para entender que, aunque lo extrañemos a mares, su espíritu y legado siguen aquí, especialmente cuando alguien sostenga entre sus manos El Libro de los guardianes o algún Alfaguara.

Twain tenía razón: “la mejor forma de animarte a ti mismo es intentar animar a otros.” A pesar de la expresión acuosa sobre nuestros rostros, con tranquilidad en corazón nos dirigimos al Encuentro de literatura  de No Ficción. Leila Guerriero, María Fernanda Ampuero, Javier Cercas, Julián Herbert moderados por Jorge Volpi son los protagonistas de una de las conversaciones más apasionadas acerca de este género narrativo híbrido, donde las novelas no son una repetición de la realidad, sino que constituyen como una realidad alterna regida por leyes propias, en la que cuestionan la credibilidad de otras versiones.

Javier Cercas comienza el debate, argumentando que la ficción pura no existe, que la mezcla de género es inherente a la literatura, que no es necesario establecer un combate entre la ficción y la realidad, que trabajan juntas a favor del relato. Guerriero expone que la materia prima siempre es la realidad, pues a veces, especialmente en las investigaciones históricas, se intenta reconstruir con el mayor oficio posible aquello de lo que no se fue testigo; la autora de Opus Gelber dejó claro que hay una separación ética entre el periodismo y la literatura de no ficción que radica básicamente en el uso ético del material obtenido. María Fernanda Ampuero cuenta la diferencia entre una crónica y la experiencia de escribir Pelea de gallos, su primer libro de cuentos, confiesa que era necesario volcarse a la ficción para salvar a sus personajes, la realidad a veces no te permite redimir o darle una oportunidad a tus heroínas. El escritor de Anatomía de un instante, explica que el relato de no ficción se distancia tanto del realismo como de la pretendida objetividad periodística, produciendo simultáneamente la destrucción de la ilusión ficcional.

Julián Herbert toca un punto sensible, la imposibilidad de cerrar un relato que hable de la violencia o de la injusticia en México, el autor de Canción de tumba destaca que la impunidad no tiene conclusión, en un país como el nuestro todos los procesos siguen abiertos. Para terminar, Cercas insiste en que la llamada No Ficción no busca contar la verdad sino desmantelar las mentiras.

Es momento de movernos al salón 6, para escuchar a una de las mujeres más inteligentes de su generación, Siri Hustvedt. El hecho de que una mujer tenga imaginación es siempre problemático, ella es la prueba de esa sentencia, en su obra ensayística y narrativa Hustvedt no teoriza sino que narra un presente estremecedor y desconcertante, desde una perspectiva feminista. La autora de Todo cuanto amé, establece que el dualismo, esa división aguda de la cultura occidental entre la mente y el cuerpo, ha tenido un efecto devastador en el pensamiento.  Durante esta conversación con Elena Poniatowska, se refiere al acto de escribir como una acción curativa o que al menos, en su experiencia, disminuye los síntomas de cualquier mal. En su proceso de escritura nunca tiene claro para quién escribe, pero cada frase impresa contiene el deseo de establecer una relación y la esperanza de ser comprendida.

Aclara que en Recuerdos del Futuro hace uso de la primera persona porque representa una postura filosófica, pero que de ninguna manera es autobiográfica, toma elementos de su propia experiencia, pero no es algo que haya vivido personalmente, son herramientas literarias que le permiten establecer un discurso coherente y entender mejor la condición humana de sus personajes.

Antes de concluir la charla, las preguntas sobre su postura feminista resuenan en la sala. Hustvedt responde que la equidad no será posible hasta que los hombres no se sientan cómodos estableciendo la autoridad de una mujer, reconociendo sus logros, admitiendo las influencias femeninas que han tenido sobre ellos sin sentimientos de miedo o de castración. Tomar conciencia de este absurdo es la única forma de cambiarlo.

Al cerrar el día nos quedamos con la impresión de que todo está conectado, que la ficción y lo real no necesita establecer límites, al menos no en la literatura.

 

 

América Gutiérrez

3 de diciembre 2019

FIL Guadalajara

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