El gusto es mío
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El gusto es mío

Ayer conocí a Peter Kuper...

Sucedió cuando un mensaje de texto apareció en mi teléfono inteligente, la jefa de este H. Sitio web me comunicó con singular alegría que era el ganador del Premio a la mejor Novela Gráfica, otorgado por The National Cartoonists Society por Kafkiana.

No tenía idea de quien era, recordaba que en la librería había notado la presencia una pila que sobresalía por una portada roja y estilizados dibujos.  Pero debo confesar que fuera de Liniers, Satrapi, Bechdel, Spiegelman y Anita Mejía, mi conocimiento sobre novela gráfica se debe más a la casualidad que a la causalidad.

Persépolis de Marjane Satrapi, Maus de Art Spiegelman y Fun Home de Alison Bechdel son textos autobiográficos con dibujitos, son narraciones que encontraron en las viñetas su mejor formato para ser contados. Por su parte los latinoamericanos Liniers y Anita Mejía recurren a las tiras que sintetizan una mini historia con principio, medio y fin. En ambos casos, ya sea novela gráfica o cómic, el dibujo contribuye dando significado al texto, convirtiendo esta unión de lenguajes en narrativa visual.

De hecho en algún momento trabajando para una gran y también H. Editorial, nos vimos en la necesidad de tratar de encontrar una definición de novela gráfica que no fuera algo inventado o un esfuerzo para superar los estigmas del humor y el carácter infantil que transpira la palabra cómic.

Después de que esta reflexión dio vueltas en mi cabeza, estaba decidida a conocer a Kuper. Salí armada con la información necesaria para localizar no sólo el libro premiado, sino también toda la obra que precedía este reconocimiento. El primero que encontré fue Diario de Nueva York, un hermoso álbum ilustrado de gran formato y tapa dura, está crónica visual de Peter Kuper como habitante de esta gran metrópoli, en la que utiliza gran variedad de técnicas que van desde acuarela a tinta, pintura, collage y lápiz. Con estos recursos crea un relato brillante pero trágico, humorístico pero irónico, en el que sobresale la autenticidad y colorido de sus años como habitante de Manhattan.

El segundo hallazgo fue Ruinas, una joyita ganadora del Premios Eisner 2016, considerados los premios Óscar del mundo del cómic.  Eso tampoco lo sabía cuando comencé a hojearlo, pero era importante mencionarlo. Lo relevante no es el premio sino el tema y la ejecución: es la historia de una migración en sentido contrario, donde una pareja de NY sigue la ruta de la mariposa monarca hacia México, hasta llegar a Oaxaca. El recorrido es inesperado y violento, con un impulso vital de cruda realidad que se siente en cada trazo.

La metamorfosis y Kafkianas fueron el tercer y cuarto libro que pude leer de Kuper. A estas alturas, había alcanzado un estado de fascinación difícil de explicar. Entendí que adaptar a Kafka había sido un proceso riguroso pero también creativo y luminoso. Que el respeto del artista gráfico a este escritor, es infinito y que las razones principales para adaptar estas historias, tienen que ver con una manera honesta de abordar nuestra condición humana, con giros inesperados, humor seco y sobre todo, angustiante.

Kuper explica en la introducción de Kafkianas que “La transformación de un texto en otro lenguaje es, en fin, una metamorfosis[…]que los relatos de Kafka inspiran una interpretación individual ofreciendo a cada lector un contexto personal único.”

Además, Peter Kuper agradece a Max Brod (albacea de la obra de Kafka) no haber llevado a cabo la última voluntad de Kafka: quemar sus manuscritos inéditos. Ya que la mayoría de los relatos que integran Kafkianas, son justo, los que debían reducirse a cenizas.

América Gutiérrez

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