La justicia y la gracia
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La justicia y la gracia

“La Revolución es Ernesto Cardenal escribiendo un poema para Solentiname.” Juan Agudel

Para Ernesto Cardenal la poesía podía y debía escribirse como un discurso cotidiano y referencial, era necesario que la comprensión de los textos fuera inmediata, que incluyeran formas poéticas que transformaran la vida humana, acercando a cualquier lector a la justicia y a la gracia.

Cardenal, puso en marcha una utopía cuando llevó a la práctica, aquella idea de crear una comunidad aislada y alterna, en un lugar abandonado por la dictadura somocista. Solentiname era una isla habitada por no más de mil habitantes. Todo comenzó con la escuela de primitivista de pintura, detonante de los modos de expresión entre los habitantes de la isla y los creadores que poco a poco llegaron a ese pedacito de tierra rodeado de mar. A partir de las más diversas manifestaciones artísticas, se originaron profundas reflexiones sobre cristianismo y marxismo.

Solentiname transformó su entorno, logró convertirse en un modelo, económico, y cultural. Una especie de territorio libre, lo más cercano a la utopía. Ahí, Cardenal motivó a la participación, la conciencia y la organización de la población. Siempre persistente en la explicación y ejemplificación de los principios políticos del Frente Sandinista de Liberación Nacional, con una posición religiosa marcada por la Teología de la Liberación, y con una insuperable actitud de confianza en los poderes de la poesía. Cardenal concebía la literatura como una forma de actuar frente a lo inevitable, era un modo de explorar en forma humanista y científica la historia, para no repetirla.

En Nicaragua existió un laboratorio utópico que dejó huella en el mundo y fue comandado por Ernesto Cardenal. Esta es la prueba de que sin la acción no existiría el cambio, para él, Solentiname fue un milagro, una Patria libre.

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