Más allá de los prejuicios.
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Más allá de los prejuicios.

Tal vez para la gente más llana ella resultaba una snob a todas luces, basándose en viejos clichés: que si viaja mucho, que si tiene la piel sonrosada, que si habla en inglés o lee en francés, que si estudió en el extranjero, que si tiene contactos

Pero al final del día, muy incomprendida; el eterno sino de las mujeres de su familia y sin embargo, todas se las arreglaron para triunfar a lo grande: Julia Guzmán, a finales de los años treinta y durante los años cuarenta, con novelas muy atrevidas con títulos como “Divorciadas” (lo que le atrajo no pocos disgustos). Casi al unísono, la Macedo reinaría en los años cuarenta y cincuenta, y Julissa haría lo propio en los sesenta, convirtiéndose (sin pensarlo) en el centro del escándalo, cuando su canción “Ven Cerca”, fue censurada y retirada de inmediato, de las estaciones radiofónicas en 1961, por considerarse inmoral. Cecilia, al contrario del resto del clan, se replegaba, se ensimismaba, veía como su autoestima se convertía en tapete y éste se iba cubriendo de polvo.

Pero Cecilia no era un tapete kitsch, de filamentos de plástico, de esos que dan la bienvenida a casa, con los textos de “Bienvenido a la República independiente de mi casa”. No. Cecilia estaba hecha de un tejido muy delicado: La Fuentes Macedo era más bien la alfombra persa arrinconada, hasta que ¡Oh sorpresa! Después de un cuarto de siglo, como en los cuentos orientales, ella se echó a volar cada vez más alto, gracias a su habilidad de story-teller; de ahí que sus seguidores pasan horas extasiados en “facebok live”, oyendo su manera tan convincente, no sólo de narrarnos hechos pasados y presentes, sino de elaborar su propia intelectualidad, que, debido a los lazos que la unían al apellido Fuentes, suponíamos mucho más compleja, elitista y fuera del alcance de la mayoría del público. Pero un encuentro con Cecilia Fuentes supone, desde el primer instante, una ruptura ontológica: Cecilia es sumamente sencilla, cálida y el mito de ser la hija de dos personajes tan famosos, se vuelve cotidiano. Ella ha creado su propia erudición, su genuino pensamiento y su muy personal manera de expresarse: se auto-define como “inculta” ¿Se lo creemos?...

Ahora, en esta nueva etapa de su vida, Cecilia Fuentes Macedo ha sido un verdadero fenómeno comunicativo, aunque ella lo niegue a sotto voce; Cecilia ha pasado a ser, en unos pocos meses, el amor platónico de un extenso público que suspira cuando la ve siendo entrevistada, en medios de comunicación y redes sociales. Pero es de imperiosa necesidad acotar que Cecilia, no es una paracaidista en las batallas de la literatura, la imagen y la comunicación: MUJER EN PAPEL, su renacimiento  en el mundo cultural y carta de presentación en el ambiente literario, es fruto de mucho trabajo y  de muchas negativas. Las reticencias llegaban de todos los ámbitos. Ninguna editorial de renombre, estaba interesada en la publicación de MUJER EN PAPEL, quizás alguna más independiente se atrevería, mientras el texto no creara problemas legales con el equipo encargado por velar por el legado de Carlos Fuentes. Cosa muy poco probable. Hasta que apareció la editorial “Trilce”.

Mientras tanto, en algunas reuniones familiares se cuchicheaba acerca de la inconveniencia de exponer a Mamá Julia al escarnio o revelar pasajes que manchasen la reputación de la misma Rita Macedo o peor aún, del disgusto que podrían llevarse los hombres mayores de la familia. Siempre resulta muy difícil exponer tu vida, tu verdad, tu visión de los hechos, se corre el riesgo de lastimar a los demás, más si se tiene en cuenta, que la memoria, siempre se ha dicho, es frágil y cada cual recuerda las cosas según las vivió. Cecilia se mantuvo fiel a sus convicciones y con el apoyo moral de algunas amistades, continuaba encontrando sentido a la obra de su madre, a pesar de comentarios  tan hirientes como: “pero si de Rita Macedo no se acuerdan ni sus hijos” ¡La ignorancia es atrevida! ¡Qué equivocados estaban! La gente recordaba muy bien a Rita Macedo y las nuevas generaciones que no la conocían, quedaron flechados por la actriz al instante y es que su belleza es atemporal, su historia fascinante resulta común a todas las épocas y su sufrimiento universal. Esa es otra de las claves del éxito de MUJER EN PAPEL. Y luego, el amor de pareja como una necesidad casi vital, la búsqueda constante de la aprobación de los demás, los miedos, la negación constante del dolor, la evasión, los mecanismos de defensa, las personalidades fuertes forjadas para evitar ser lastimados...  

Los años transcurrían para Cecilia y las memorias de su madre, en momentos reposaban en un cajón de donde de vez en cuando, salían a la luz para que Cecilia Fuentes les agregara datos históricos, que ubicaran al lector en las épocas donde se va desarrollando la vida de Rita. Luego, las memorias volvían a ser aventadas al cajón, tras algún disgusto o desilusión, generalmente alguna petición de censura: corta esto, no cuentes aquello, no menciones tal o cual cosa, no puedes usar este material. Y la depresión hacía nido en la cabeza de una atribulada Cecilia. Pero un buen día, alguien deslizó como quien no quiere la cosa, un nombre al oído de Cecilia y la Fuentes Macedo hizo caso y después de algunas reuniones el libro vio la luz.  Así fue que, la hija menor de Rita Macedo demostró que es mujer íntegra y que jamás olvidó la palabra que le había empeñado a su madre. Después de casi veintiséis años de luchar, con gran amor filial y total lealtad hacia su madre, logró cumplir el capricho de su progenitora: que las memorias de Rita se publicasen. Tendría que pasar todo un difícil peregrinar, para que estas memorias vieran la luz, luego de la negativa de muchas editoriales y personajes ligados al ambiente.

Cecilia Fuentes Macedo, es actualmente la escritora de moda en México y en varios países hispanohablantes. Diríase, que aquella muchacha tímida, que acostumbraba a estar callada y casi en un tercer plano en reuniones familiares, se encuentra ahora, justo en el mismo lugar que transitaba su padre y que coincidió con el primer encuentro con su madre, poco antes de la publicación de “La región más transparente” (Fondo de Cultura Económica, 1958). Expectante, feliz, espontánea, con muchos proyectos. A sus 57 años, Cecilia es ejemplo a seguir. El que persevera alcanza. Amada por un auditorio arrollador, quizás sin terminar de digerirlo del todo aún; negada a aceptar sin rodeos la hipocresía y la mediocridad de las biografías o memorias autorizadas de otras divas de la época del cine de oro, edulcoradas con omisiones deliberadas acerca de hechos que no conviene que conozcamos, como la venta de favores sexuales (tan común durante la época de oro del cine mexicano) disimulándolos, en el mejor de los casos, con un interminable listado de eufemismos para definir los pagos recibidos por amantes de turno como la “ayuda generosa y desinteresada” de supuestos “padrinos artísticos”, “mentores”, “tutores”, “pigmaliones”, “descubridores o de las consabidas frases que ya sinceramente aburren a todo el que las lee: “quien me dio la oportunidad” “quien creyó en mí”... Hoy en día, es común que muchas actrices en sus memorias suavicen todos estos temas que siempre resultan difíciles, contando que en sus comienzos fueron ayudadas por un patrocinador. Pero en los tiempos de Rita era otra cosa.

Seguramente, Cecilia se despachará con las mismas sonoras carcajadas, con las que su madre le dictaba sus divertidísimas e irreverentes memorias, cuando lee o escucha sobre los supuestos hechos heroicos que las actrices de la época de oro describen en sus memorias, como sus recursos para lograr llegar a la cima sin quebrantar sus principios morales. A todo esto hay que sumar, los olvidos mezquinos ante la labor profesional de viejos compañeros de escena que las ayudaron y, más triste aún, familiares que les apoyaron. Por si esto no bastara, las “divas” latinoamericanas, suelen manifestar bastantes incongruencias entre las edades y los hechos históricos descritos; de pronto tienen quince años y cuarenta años después apenas tienen cuarenta y tres, cuando deberían tener cincuenta y cinco y peor aún, es como casi todas eran madres a los trece años “algo muy común en la época” y donde, entre historias truculentas e hipos de histeria, exageraciones e idealizaciones baratas de “grandes figuras que lamentablemente ya no están entre nosotros” pasaron, en unos diez años de ser muchachas decentes que vivían “modestamente” en pequeñas habitaciones en casas de vecindad a poseer suntuosas propiedades, costosísimas alhajas, viajes incesantes por el mundo, colecciones de coches, cocineras, chófer, sirvientas o mucamas, nanas, perros de lanas, vestidos de diseñador, profesoras de canto, coreógrafos, profesores particulares de inglés o francés, y paremos de contar. Desde el lector más avezado hasta el más “naíf” no se lo termina de creer: el lector de 2020, sabe leer entre líneas y preguntarse: ¿Cómo puede ser esto posible?

Este es primer elemento que diferencia a MUJER EN PAPEL del resto y lo convierte en un texto eficaz y absorbente para el lector: Es la propia Rita quien escribe sus memorias y lo hace sin titubeos, sin la necesidad de contratar un asesor de imagen o un “escritor fantasma”, ella se prodiga en detalles, tecleando a máquina o dictando a su propia hija, poniendo especial vigor en los pasajes más dramáticos, demostrando una memoria por demás asombrosa, ya que recuerda una edad muy temprana: dos años. Este hecho habla favorablemente de la Macedo, porque en las pocas veces que no recuerda algún dato, ella reconoce la falta  primero y, trata de suplirla con alguna información aproximada, mientras la mayoría de otras actrices, parecieran tener una memoria selectiva, inclinándose por lo positivo y olvidando por completo cualquier hecho desagradable. Ellas parecen estar más allá del bien y del mal. Lo más insólito, ellas parecen rejuvenecer mientras sus hijos van cumpliendo años.

El segundo gran acierto de MUJER EN PAPEL es la manera eficaz en la que fue escrito: un lenguaje directo, sencillo, cautivador y nunca rozando la vulgaridad. El texto jamás (léase bien: JAMÁS) subestima la inteligencia de ningún tipo de lector: ni es rebuscado, ni es populachero. Es equilibrado en sus expresiones. El presente autor ha sido testigo del antedicho hecho, pues ha recomendado el libro a amigos de diferentes procedencias geográficas (Principalmente de España y Latinoamérica), sociales (catedráticos, empresarios, clase media, clase trabajadora, jóvenes, adultos mayores,…) y coinciden en tres cosas: 1. Logran establecer una fuerte conexión con el texto desde la primera frase; 2. Generalmente tardan dos días en leerlo y, 3. No se cansan de leerlo constantemente. ¿Cómo puede suceder esto, si existen tantas memorias, de tantísimas actrices? ¿Cómo aparece este fenómeno en tantas generaciones que, o parecían haber olvidado a Rita Macedo, o ni tan siquiera habían oído hablar de ella? ¿Cómo puede un joven, interesado en los videojuegos y en el reggaetón, terminar convertido en un admirador de la señora Macedo? ¿Por qué todos parecen estar de parte de Rita, a pesar de sus desmanes y su carácter tan fuerte? ¿Por qué llegan a desarrollar una antipatía por Mamá Julia si no la conocieron? ¿Cómo terminan amando aún más, a Carlos Fuentes cuando finaliza el libro? ¿Cómo Julissa, por medio de este libro ha logrado volver a robar tantos corazones masculinos y hasta femeninos, en 2020 como ya lo hiciera a comienzos de los años sesenta del siglo pasado? Todo esto y mucho más tiene una sola explicación: CECILIA FUENTES y su buen hacer narrativo. No hay que darle muchas vueltas. Continuará…  

Por Danny Gaudio

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