Romper con el Tabú
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Romper con el Tabú

La “nueva Rita”, es rescatada del olvido y restituida de erróneas informaciones, acerca de su muerte: no fue cáncer, ni tampoco problemas gástricos.

Era necesario romper con el  tabú de la depresión y el suicidio. Tampoco era justo dirigir miradas acusadoras al señor Carlos Fuentes: la mente tiene muchos recovecos, donde no cualquiera se atreve a transitar. El suicidio, aún con todos los estudios que existen hoy en día, continúa siendo una interrogante para muchos investigadores. Nunca sabremos lo que experimentó en primera persona la señora Rita Macedo. No podemos especular sobre las razones que la orillaron a tomar tal decisión, pero si podemos disertar en el siglo en que vivimos, al legítimo derecho de los seres humanos a decidir cómo y cuándo terminar con su vida. En este aspecto tan delicado, el lector tiene la oportunidad de tener un tête à tête con la Macedo y sacar sus propias conclusiones en una suerte de final abierto, que es otro logro de MUJER EN PAPEL.

Otro aspecto que podemos reconocer, gracias a la diligente labor de Cecilia Fuentes Macedo, es a una Rita remozada, que no idealizada. Después de un cuarto de siglo, nos encontramos a una mujer menos censurada y mucho más comprendida y aceptada en tanto que referente, para que todas las madres y sus hijas de  México y el mundo, puedan tener un espejo en el cual mirarse, reflexionar, corregir errores y seguir adelante.

Actualmente, los admiradores de la Macedo, pueden establecer un vínculo más poderoso con una dama que se nos presenta más cercana, coherente y verosímil, en su forma de reaccionar ante la vida: ya no tenemos la únicamente versión simplista de una señora antisocial, que ahuyentaba a la gente que se le acercaba en los pasillos de Televisa, que intentaba saludarla con un beso, con  expresiones como: “No te conozco, no eres mi íntima.” “¿Por qué te voy a dar un beso? ¡Quítate!”[1]. Sabemos, que también supo intimar y ser cordial con muchas amistades. Se trataba de una persona que aprendió a ser muy selectiva. Tampoco la podemos juzgar con ligereza como una madre despegada y cruel: aparte de sus excesos en la crianza de sus hijos, sabemos que sufrió por no poder tener a Julissa los primero años de la niña y que debía conformarse con esperarla a la salida de la escuela, para poder darle un beso y que hacía paseos a escondidas con la niña, debido a que Don Luis de Llano, el padre, la amenazaba con denunciarla de rapto e incluso, reconoce que fue un error haberla dejado en manos de su abuela Isabel, pensando que estaría bien cuidada mientras ella se labraba un nombre como actriz. Conocemos también, que invirtió dinero, tiempo y esfuerzo, en hacer de su hija mayor una estrella y que además, estaba muy orgullosa de su belleza y condiciones; además, sabemos que guardó reposo por el embarazo de alto riesgo de Cecilia, dispuesta a tener a su criatura a los 37 años, mientras bordaba el vestuario para las primeras presentaciones de Julissa. Tenemos información de que visitaba a Luis con frecuencia y hasta vivió con él, una temporada. No. De ninguna manera, puede hablarse de una madre que no amase a sus hijos.

MUJER EN PAPEL es pues, un libro de matices, de sanación, de reconciliación, un texto emotivo, donde cada miembro de la familia tiene su propia versión de los hechos; un libro que nos enseña que comprendiendo el comportamiento de nuestros antepasados y su legado, podemos construir un mejor presente familiar y mirar hacia el futuro con la seguridad de que al menos, intentamos cerrar viejas heridas.

Ahora, Cecilia completó para nosotros el rompecabezas y deshilvanó la madeja de su controvertida madre. Fin del dilema. En la misma entrevista, Cecilia nos hace saber que Rita tuvo que enfrentar una aterradora niñez, causada por el abandono paterno y el inexplicable abandono de su madre, la “espeluznante” Mamá Julia (la escritora de origen poblano Julia Guzmán Esparza) la cual, teniendo Rita apenas dos años, la dejó a su suerte y durante catorce años, recluida en orfanatos. Esquema que, lamentable repetiría Rita con sus hijos, aunque sin la severidad de Mamá Julia. En Rita es evidente un deseo de reparación, especialmente con su hija Julissa, a la que trató de compensar por tantos años perdidos.

Pero volviendo a Julia Guzmán, jamás habríamos podido imaginar semejante trato de una madre hacia su única hija y aún después de noventa años, nos sigue pareciendo escalofriante, desconcertarte y totalmente innecesaria semejante tropelía. Pero no nos detengamos en cosas que no está en nuestras manos resolver y continuemos en nuestro artículo-análisis, con la labor de exégeta que Cecilia despliega, llevando a sus lectores de la mano, cual si del fantasma de la Navidad Pasada del “Cuento de Navidad” de Charles Dickens se tratara, cuidando cada detalle, para llevarnos a conocer muchos más pasajes de Rita Macedo, como su adolescencia agridulce: hubo orfanatos y algún colegio de excelente reputación; existieron fiestas y triunfos en concursos de belleza; algunos buenos pretendientes aparecieron; pero también la Macedo, enfrentó momentos amargos: un primer matrimonio precipitado y sin amor; dos maternidades a edades muy tempranas, la negativa del marido para que continuara su carrera en el cine y un aborto por voluntad propia, que fue el detonante de un primer divorcio.

En MUJER EN PAPEL, Cecilia Fuentes, contribuye enormemente a redimensionar a su progenitora como una mujer valiosa, en sus incesantes esfuerzos por superarse a sí misma, escapar de los abusos verbales, burlas y humillaciones (lo que hoy no dudamos en calificar como “bullying”) de las personas que se suponen debieron amarle, protegerle y vigilarle, de lo que a todas luces eran sus primeros indicios de depresión: su familia materna, quienes la menospreciaron socavando su autoestima desde edades muy tempranas por su físico, especialmente por la tonalidad de su piel que, por cierto, fotografiaba fantásticamente en el cine, o el progresivo desapego de Carlos Fuentes, quién nunca le ofreció la explicación que la actriz merecía, luego de su lealtad por quince años.

MUJER EN PAPEL en un ejercicio de decodificación y reconstrucción de la actriz, de la mujer, de la esposa, de la amante, de la madre, de la hija, de una mujer con un extraordinario talento para la costura, la arquitectura y la escritura. La que, con más de sesenta años de vida, ni por un instante tuvo miedo de escribir notas, que luego tecleaba con audacia y en primera persona, desnudando su vida que es a la postre, la historia de un país, de una industria cinematográfica, de varios continentes, de personajes que hicieron historia. Nos imaginamos con ternura a una Rita, esperando que su hija volviera del trabajo para dictarle, tarde a tarde en esa deliciosa intimidad, que toda madre anhela tener con su hija, estas confesiones, entre las carcajadas de ambas, recordando travesuras, corrigiendo datos…Es Cecilia quien con la paciencia del Santo Job, nos detalla a una señora que se esmeró en lamer sus heridas y construir su propia trayectoria artística, amorosa, financiera y familiar, a pesar de las constantes confrontaciones, críticas, incomprensiones, cuestionamientos y traiciones ¡que no fueron pocas! Y lo logró con creces.

Otro aspecto valentísimo de MUJER EN PAPEL, es que Cecilia también logró salir airosa en el que quizás fue el mayor obstáculo a enfrentar: darle forma a las memorias inconclusas de su madre: transformándose en cabalista de las cartas que durante varios años, su padre le escribió a su madre e incluso, a ella misma y que las personas encargadas de mantener “limpia la imagen” de su padre, le prohibían utilizar. Entonces, Cecilia se vio precisada a poner las cartas de su padre en voz de su madre, que por cierto, eran tantas que tuvo que abreviarlas.

Pero…¿De dónde sacaba fuerzas la Macedo para hacer frente a la proyección internacional de su marido, su profesión de actriz, ocuparse de la carrera ascendente como estrella de rock & roll de su hija adolescente y de una hija de meses de nacida, coser y bordar tan bien; leer, ser anfitriona de reuniones sociales tan concurridas, viajar y mucho más? Nuestras dudas y expectativas quedan más que resueltas, por el estupendo y tesonero trabajo de Cecilia. Una labor que no sólo redimió a Rita de un atropellado e injusto olvido, sino que rescató de las sombras, el ostracismo social y el elitismo intelectual, a Cecilia Fuentes Macedo, la cual había sido prácticamente censurada por egos, celos, envidias e intereses mezquinos, en una suerte de cadena generacional que comenzó con su abuela materna, continuó su madre y su hermana y que ella, un buen día, decidió romper para siempre: huir del “ghetto”, del “apartheid”, especialmente del paterno, para el cual ella no era quizás la “proper person” y donde algunas de sus manifestaciones artísticas fueron tachadas de “mediocres” sin ningún fundamento o explicación medianamente lógica. Para el entorno de su padre, Carlos Fuentes: Quizás, la juzgaban demasiado corriente (¡que equivocados estaban!).

Continuará…

Por Danny Gaudio

 


[1]Palabras, palabras menos, así recordó Cecilia Fuentes Macedo a su madre en la entrevista que le hiciera el periodista Sergio Sarmiento, publicada el 6 de enero de 2020. Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=GYfF5_egEh0

 

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