La constitución mexicana cumple cien años de haber sido promulgada el 5 de febrero y, su primer centenario de vigencia el 1 de mayo de 2017. Esta ley Fundamental es producto de la Revolución mexicana (su fuente histórica), que aún no concluía en su devenir violento y mucho menos institucional. La vida jurídica de la entonces nueva Constitución se iniciaba en medio de una guerra civil y de una lucha de facciones revolucionarias y contrarrevolucionarias. El país no estaba en paz y el conflicto se prolongaría por lo menos hasta 1929, con la terminación de la llamada Guerra Cristera. Todavía en 1938 surgió un último intento de golpe de Estado militar (pronunciamiento) en contra del gobierno de Lázaro Cárdenas, que fracaso a principios de 1939. La constitución de 1917 fue la primera de carácter social-que no socialista-en el mundo, con importantes contribuciones al naciente Derecho del trabajo y al no menos necesario Derecho agrario. Sin la existencia del sufrimiento de los trabajadores y campesinos no se entiende el carácter fundamental de las promesas revolucionarias: estabilidad laboral, seguridad social, certeza jurídica en la tenencia de la tierra, etcétera. Empero, su principal influencia jurídica provine de la Constitución mexicana de 1857, bien pensada y escrita, y cuya naturaleza liberal fue su característica esencial.