Los rituales actúan de la misma forma que lo hace la fotografía: dan testimonio de esos momentos en los cuales fuimos otros, en el tiempo del mito. Son atemporales: están suspendidos en el tiempo y el espacio; sin embargo, al mirar en ellos ya estamos participando, hemos penetrado en la dimensión de lo eterno. Estas páginas nos invitan a observar el espacio del ritual y del mito. Y nos sitúan, así, en ese intervalo que existe entre el hecho y su realidad.

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