En Al faro, Virginia Woolf introduce al lector en la espesura de la memoria, donde el tiempo pierde dimensión, como en un sueño. Más que retratar personajes, la escritora británica busca atrapar a través de su prosa ese espacio impreciso entre la inmovilidad externa y la vorágine interior, es decir, el mundo inasible de los pensamientos, que es la conciencia, donde se diluye y al mismo tiempo se construye la propia realidad. Se trata de una novela emblemática del modernismo, en la que Woolf, como en gran parte de sus obras, antepone la introspección filosófica a la trama, con lo que rompe los esquemas narrativos de su época y elabora imágenes sugerentes de calidad poética para capturar la frágil y fugaz percepción sensorial del presente que se escapa silencioso con el transcurrir de la vida.