La historia empieza en Santander, España en 1935, el mundo idílico de Manolita y Agustín se viene abajo cuando estalla la Guerra Civil Española. No es fácil encontrar dentro de las narraciones terribles (esas que todo lo destruyen) algo que sobreviva, por ejemplo, hablar de amor cuando estamos contando algo sobre combates, campos de concentración, exilios. Esa es quizá, la mayor virtud de esta novela, que sin soslayar lo atroz se detiene en una singularidad, una anomalía, un amor a prueba de todo, un amor que no es vulnerable ni a la lejanía, ni a los obstáculos, ni al tiempo. Un amor adamantino. La autora habla de la innegable huella que imprimieron sus padres a su vida y como el patrimonio de su pasado no está muerto, la acompaña y es parte de lo que ella es. ADAMANTINO: Que tiene una o más características propias del diamante. Que es persistente e inquebrantable

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