Solo faltaba un mes. Si Filip conseguía estar sin pelear durante tres meses seguidos, le aceptarían de nuevo en su colegio. De lo contrario, ingresaría en un correccional. Ese era el trato. Tres meses sin golpes en un lugar donde no conoces nada ni a nadie parece fácil. Pero vivir escondido no es vivir, y hace falta valor para conseguir ser feliz.

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