Este libro es apenas un vislumbre, un atisbo de lo que la autora hace del esquema característico de la poetisa preocupada por la temática de la vida que la rodea. Nos ofrece la efeméride de su temática juvenil y la realidad de su condición adulta, nos alecciona con su militancia en lo realmente humano y nos conmueve su visión generosa cuando trata temas de polémica convulsiva. Cautiva su naturalidad y bien gobernado estilo, las formas que esgrime en cada tema, facilitando el paso a través de impresiones rutinarias interpretadas con maestría y acompañadas por una liana penetración y comprensión del mundo contemporáneo. Su personal criterio lo comparte y entremezcla con lo mejor del prójimo y cultiva un arte en el que coinciden la belleza verbal, el contenido humano y la trascendencia del espíritu. Nuestro "hoy" exige frescos códigos de conducta y Ana Leticia nos da los suyos, porque su afán es seguir adelante con imágenes poéticas claras, que dejen establecida su visión del mundo. Cada amanecer su alma recibía un anhelo, entonces vio la luz y decidió transportar sus poemas de arenisca al papel. Surcó el firmamento, tomó la luz de las estrellas y la transportó a sus sueños con el brillo de la poesía. La presencia de formas clásicas, recursos y efectos lingüísticos adquiere, a través de su labor creadora y de sus alas del corazón, un poderío estético y humanístico que habrá de perdurar en las páginas conmovedoras de la lírica reciente.