Argos el ciego

Argos el ciego
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«Perdida por timidez la ocasión de morir, un escritor infeliz decide curarse escribiendo un libro feliz. Pide su argumento, según costumbre, a los cien ojos de la memoria y a las lisonjas de la juventud.» Así empieza Argos el ciego, la segunda novela de Gesualdo Bufalino tras la fulgurante revelación de Perorata del apestado. El narrador, asediado por el invierno en un hotel de Roma, evoca, para curarse de sus accesos de angustia, antiguas aventuras en el corazón del Sur, en tiempos de su juventud. Resulta así un desdoblamiento en dos ciudades y edades distintas, con máscaras alternas, en vaivenes entre abandono e impostura, entre desahogos ingenuos y astutos desvaríos. Un diario-novela que puede leerse como balada de las damas de antaño, o como «mea culpa» de un viaje que vanamente se obstina a promover en leyenda, mediante hilarotrágicos engranajes de palabras, su pobre «vita nuova». «Barroco, suntuoso, desgarrado, lujuriante. Bufalino es metafórico, alusivo, docto, ora cortante como un -cuchillo, ora sinuoso como los velos de una odalisca» (Giovanni Arpino, II Giornale). «Bufalino confirma haber querido escribir una "opereta moral con música de Offenbach"; de hecho, como en una conseguida opereta, el tono "frígido" de la ironía y el tono "pasional" del lirismo están hábilmente mezclados» (Raffaele Crovi, L'Ecco della Stampa). «Perorata del apestado impresionó por la calidad de la escritura y la in- tensidad de la historia. Su segunda novela, Argos el ciego, confirma definitivamente su talento de narrador» (F. Marcoaldi, Panorama). «Novela deslumbrante. Una prosa de una intensidad poética excepcional» (Lluís Bassets, El País).

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