Demetrio Rota, recogedor de basura de un barrio de Buenos Aires, se dedica a dormir por las tardes y a montar puzzles por las noches antes de marcharse al trabajo. Su vida cotidiana –exceptuando alguna peripecia sexual– es mediocre hasta la desesperación y se mantiene en equilibrio por puro agotamiento. Sin embargo, a través de los puzzles que arma pacientemente en un pequeño apartamento, Demetrio revisa y encaja su propia memoria, a la que irá asomándose el lector. Al final del recorrido por su historia, el presente parece devorar a Demetrio hasta dejarle sólo el vacío de sí mismo y de la miseria diaria. Parábola de la memoria y del deterioro, Bariloche plantea la confusión entre los recuerdos asombrados de la adolescencia y una conciencia escéptica, entre la idealización imposible de la naturaleza o del primer amor y la asfixia moral y física de las grandes ciudades, entre el desarraigo y el retorno al origen, con un lenguaje fascinado tanto por el lirismo como por la podredumbre.Y el Buenos Aires evocado en la novela es una ciudad concreta pero, a la vez, un espacio urbano cualquiera, identificable con muchos otros del mundo occidental capitalista.

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