Este libro ofrece a través de una depurada escritura y del entretejido de estructuras narrativas singulares, un deslumbramiento literario que, sin duda alguna, atrapa al lector, y si bien en todos los textos se trata el tema de la insania, el autor lo hace desde distintos ángulos; las situaciones que se presentan en cada relato son aún más estremecedoras porque no corresponden a la lógica de los sentimientos o pensamientos de los seres comunes y corrientes. Cada una de estas historias impone en - lector pausas, respiros, un reacomodo mental y emocional. No cabe duda que penetrar el mundo de la irracionalidad y de explorar sus limites, resulta una experiencia al mismo tiempo excitante, turbadora y, muchas veces, desoladora. En el libro Benassini el enfrentamiento de la insania tiene ese carácter total, esa ausencia de hin tes y de fronteras, lo mismo que representa la grafía del número ocho que, aludida el título, junto con la infinitud del Caduceo que lo simboliza, acusa lo indeterminado de la mente. El autor explica los recovecos semánticos del dígito ocho: Se trata de dos líneas ininterrumpidas una de la otra, pero cada una de las dos opuestas en principio mientras descienden, se cruzan para fundirse en una y vuelven de nuevo a hacer distancia. Semejante desplazamiento es tan continuo como inevitable: bajan, se cruzan, bajan de nuevo hasta girar y suben, se cruzan y se convierten así en el símbolo por excelencia del infinito, de la banda sin fin que no es sino un ocho en posición horizontal. ¿Qué tienen de infinitas las historias que aquí aparecen? ¿Habrán de durar para siempre? O quizá es que no concluyen de la banda sin fin que no es sino un ocho en posición horizontal. ¿Qué tienen de infinitas las historias que aquí aparecen? ¿Habrán de durar para siempre? O quizá es que no concluyen. Eso, tal vez: que en la narración no existe un final para ninguna de ellas más allá de la desolación, como si temas y sucesos fueran en esencia redundantes. Por eso son ocho, p