Desde hace años, Oliver Sacks es el explorador y magnífico cronista de un raro planeta de fronteras inciertas. Un universo poblado por gentes a las que un accidente o la enfermedad han confinado en los difíciles territorios de la locura, la diferencia, la extrañeza. De una notable sutileza como escritor un poeta de la estatura de William Auden calificó Migraña, su primer libro, de «obra maestra», Sacks es también un penetrante investigador, dotado de una especial sensibilidad para escuchar al paciente, para arrojar luz sobre nosotros mismos y nuestra «normalidad» mediante la observación de ámbitos muy poco «normales». Y así, internarse en los muy curiosos «casos clínicos» que sustentan su obra siempre es para el lector un maravilloso viaje de descubrimiento. En esta ocasión, su mirada se dirige por primera vez sobre sí mismo, y él es su propio paciente. Tras un accidente en una desolada montaña de Noruega, sufre una herida en una pierna, seria pero no inusual. Pero luego, durante lo que debería ser un rutinario período de recuperación, comienza a experimentar la abrumadora sensación de que la pierna se ha convertido en una parte de su cuerpo ajena a él, que ya no le pertenece. Y esta perturbadora experiencia será el punto de partida de una fascinante travesía por los misterios de la percepción del propio cuerpo, del sustrato físico de nuestra identidad, de los horrores y maravillas que habitualmente se ocultan tras la superficie de la salud.

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