En un cajón había una vieja Linterna roja. Cuando oscurece, puedes usarla para iluminarte el camino. También cuando andas de noche por el jardín o se va la electricidad en casa. Linterna esperaba con impaciencia tales ocasiones, y mientras tanto se cargaba de energía. Pero una vez pasó más de un mes sin que nadie sacara a Linterna del cajón. Parecía que todos la habían olvidado. Linterna se enfadó y decidió vengarse. Cuando por fin la saqué del cajón y apreté el botón, quedé atónito. Linterna no daba luz, sino oscuridad. Emitía extraños y terribles haces de luz negra. Cuanto más iluminaba en todas direcciones más se oscurecía la habitación. Por último, se hizo una oscuridad completa, como si estuvieras dentro de un armario con los ojos cerrados y de noche. Me apresuré a abrir las ventanas de la habitación para dispersar la oscuridad. Sólo se me ocurrió regalar la Linterna averiada a un búho que vivía cerca. Dormía por el día y volaba por la noche en busca de comida. Ya sabes que los búhos ven muy bien en la oscuridad. Al búho le resultó muy útil Linterna, sobre todo cuando le apetecía alargar la noche.