Durante muchos años Max Aub fue escribiendo en libretas y papeles diversos estos Crímenes ejemplares. Su carácter espontáneo y diacrónico, más que la construcción rígida de un corpus único, señala la manera lúdica en que fueron concebidos. El propio Aub fue quitando y agregando crímenes, dándole un estilo flexible a la obra, camino que las sucesivas ediciones —tanto mexicanas como españolas— habrían de seguir. En esta edición ilustrada de los Crímenes ejemplares se han reintegrado al cuerpo principal de la obra algunos de los textos suprimidos en la edición de 1968. Consideramos que su presencia añade matices a este abanico de argumentos frente a lo inaceptable del acto violento llevado al extremo: la aniquilación del otro mediante el crimen. Los Dos crímenes barrocos forman parte de esta suma. A continuación, se han mantenido las subsecciones De suicidios», De gastronomía y Epitafios. Elegimos esta última como final del libro por la rotunda brevedad de sus contenidos y por el evidente valor de cierre que ofrece su argumento. De este modo hemos querido homenajear aquello que permanece vivo en estos Crímenes: su escritura plagada de libertad, atendiendo a un factor esencial que puede rastrearse en las palabras de Aub: Siempre que pude evité la monotonía, que es otro crimen.