En una primera lectura, Cuentos de un hombre solo es una ventana hacia la intimidad de un personaje intensamente tocado por el abandono, avecindado en una ciudad pequeña quien, versátil, se mimetiza por igual en las cosmopolitas urbes de cualquier meridiano. Sin embargo, leer con detenimiento las aventuras que transcurren en estas páginas es asomar al mundo global y personalísimo de un hombre versado lo mismo en Borges que en videojuegos, voraz lector, melómano sin etiqueta, observador de un mundo extenso en el espacio y el tiempo. E.J. Valdés da un paso firme hacia la consolidación de su carrera en las letras con Cuentos de un hombre solo.

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