La importancia de un filósofo como Jean-Jacques Rousseau para los tiempos que corren no puede obviarse y mucho menos negarse, sobre todo cuando las cuestiones políticas en el mundo en general dejan mucho que desear. Por ello, a más de tres siglos del nacimiento de este connotado autor, los estudios sobre su pensamiento siguen haciendo eco en los oídos y en las mentes de los estudiosos de la filosofía política y continúan siendo necesarios sobre todo en nuestras latitudes. Un libro como éste resulta imprescindible debido a su carácter crítico y de enorme conocimiento. Los análisis que se llevan a cabo en la obra muestran la necesidad de ponderar y reflexionar en torno a las herencias del filósofo ginebrino. El abanico temático que comprende su pensamiento es recogido a lo largo de catorce capítulos por los que transcurre acompasadamente la exposición penetrante del autor, quien, al igual que el filósofo de quien se ocupa, ostenta una filosofía crítica y negativa que realiza un planteamiento radical de la naturaleza humana, además de que es una diatriba de la tradición judeocristiana. El conjunto de ensayos analizan, entre otros temas, la ponderación de la agudeza dialéctica de la Ilustración con su punto de partida antropológico; la consideración de la piedad, la relevancia de los sentimientos en la política y la filosofía; la dialéctica del acontecimiento, la política, la religión, la educación en un sentido negativo, la economía; una crítica de la razón confesional; la utopía pastoril; el ecologismo socialista, así como el asunto femenino en el imaginario político y social de Rousseau, tan agriamente cuestionado por quienes trabajan el pensamiento feminista.