DE TROYA A ITACA. FIGURAS POETICAS EN LA ILIADA Y LA ODISEA

OJEDA, JORGE ARTURO
DE TROYA A ITACA. FIGURAS POETICAS EN LA ILIADA Y LA ODISEA
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DE TROYA A ITACA. FIGURAS POETICAS EN LA ILIADA Y LA ODISEA

OJEDA, JORGE ARTURO
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Este estudio comprueba que Homero era ciego. La Riada no se ve, se escucha: es orquestal; pero ciertas formaciones militares hacen deducir que la ceguera no era congénita sino adquirida. Las palomas se distinguen por su timidez; el fuego no tiene color rojo sino crepita; los copos de nieve no son percibidos por su blancura sino por su abundancia; la luz no tiene matices, es absoluta como la estrella de Orión. Se puede argüir en contra que en aquellos remotos tiempos la cultura era auditiva; nadie veía tantos matices pues ha habido un desarrollo como de cinemascopio en el ojo humano. La palabra se conservaba en la memoria y tenía transmisión oral. El pergamino era un artículo de lujo. La primera versión escrita y en orden fue mandada hacer por Pisístrato en el siglo vi antes de nuestra era, trescientos años después de la fecha en que se conjetura que vivió Romero, pero los primeros brotes de los elementos populares pueden remontarse a cuatro mil años. El rapsoda Demódoco es un autorretrato de Homero: había perdido la vista pero tenía el canto. Es él quien narra en La Odisea los hechos de La Riada que provocan el llanto de Ulises, quien lo escucha en la corte de los feacios. Estos datos confirman que el autor de las dos obras es uno solo, como quien iguala y marca un cancionero ajeno y diverso con su propia inspiración. El mayor poderío de un poeta se manifiesta en las metáforas, que aquí se presentan en colección deslumbrante. La Riada es el único canto heroico de la humanidad y La Odisea prefigura la novela. En ambas obras aparecen movimientos espirituales y sentimientos eternos por primera vez: Penélope es modelo de la fidelidad de la esposa. La separación de la pareja: Andrómaca se despide de Héctor para siempre. La pérdida del ser amado: la muerte de Patroclo hace que Aquiles retorne al combate. Priamo ruega con lágrimas que le den el cadáver de su hijo. Femio Terpiada, quien dice que canta por el influjo de un dios, pide clemencia y así salva su vida.

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