Para América, el siglo de Napoleón fue el siglo de su guerra de independencia; es indubitable el empuje que significó para el naciente liberalismo latinoamericano la presencia del Corso, como es ineludible la presencia de la civilización francesa en esos años de formación nacional. Uno de los legados principales de esa época fue el Código Civil. En América, en la América hispanoparlante en especial, el retorno a la codificación unificada significó la culminación de un largo proceso de formación de los sistemas jurídicos nacionales. Cada país, al contemplar la idea de reunir en un solo cuerpo normativo las reglas de convivencia entre los individuos, pudieron plasmar su imagen de sociedad civil organizada, le imprimieron sus propios valores y sus propias expectativas, pero conservaron, por encima de cualquier doctrina o corriente, el denominador común de la libertad del individuo para conducirse a sí mismo, a su patrimonio y su persona, el principio de que son los hombres, más allá de las clases sociales y de los estamentos con que pueda identificarse, quienes rigen y gobiernan sus relaciones, en un espacio fuera del campo de poder del Estado. Este avance representó la posibilidad de imprimir vida y movimiento a las sociedades latinoamericanas, después del letargo de los años coloniales gobernados por el centralismo de una corona que poco a poco supo de la vida más allá de los océanos. La Facultad de Derecho de la Universidad Nacional Autónoma de México, no ha querido dejar pasar esta fecha señera en la vida jurídica de Occidente. Para rememorarla, gracias al apoyo de un selecto grupo de académicos de varias casas europeas, en colaboración con académicos de nuestra Facultad, ha emprendido una revisión del Estado contemporáneo del Derecho Civil, el desempeño actual de sus instituciones así como sus perspectivas. Esta obra se divide en dos volúmenes: el primero, dedicado al Derecho Civil Español en el contexto del Derecho europeo; el segundo, abocado al estudio de